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23.11.12

El Plan de Dios es perfecto


Hace unas semanas vi el documental presentado por Ross Kemp, Extreme World Venezuela, en el que entrevistan al pran de una cárcel. El líder del retén, en un momento, confiesa que no sabría qué hacer si fuese liberado, pero que no se preocupa porque está seguro de que Dios le tiene algo preparado. “¡Qué dicha!”, pensé, cuánta tranquilidad debe procurar vivir así: con la seguridad de que un ser supremo tiene una plan especial para todos y cada uno de nosotros y que cualquier fracaso o éxito es sólo una fase de la operación.


Los no creyentes de mi círculo a menudo comentan que la existencia de los que creen en esa planificación divina debe ser más llevadera, puesto que no tienen la obligación de encontrar y justificar por sí solos su propósito en la vida; no sienten que los aciertos y errores dependen completamente de ellos, ni sienten con crudeza la solitud que acompaña desde el nacimiento hasta la tumba y hace eco ante el azar. Sin embargo, no hay forma de determinar si la vida de otro es más fácil que la propia, solo se pueden realizar apreciaciones, que, a su vez, el mismo juzgado probablemente emite sobre alguien más, y así...


Yann Martell, autor de Life of Pi, alteró las apreciaciones que  tenía sobre este tema. Él dice que tener fe es como ponerse al sol: es inevitable que una sombra se desprenda de nosotros mismos, y esa sombra es la duda. Esta nos es inherente, por lo tanto, mientras alguien se exponga al sol será capaz de dudar porque el acto es una reacción inevitable producto del choque entre raciocinio y fe. Desde este punto de vista, no pienso que la vida de un creyente sea más fácil que la de un ateo.


Los teístas, mientras creen, están constantemente expuestos a la duda. Esto no significa que un cristiano se levanta todos los días y cuestiona sus creencias, sino que el riesgo de que lo haga existirá mientras tenga fe en un dios. A mi juicio, esa posibilidad se hace realidad repetidas veces. Cuando en el balance hay más errores que aciertos, cuando el plan de la deidad se ve distante y confuso, cuando no se sabe si obrar para acercarse al plan o dejar que él se aproxime... el creyente es propenso a dudar. Es un acto, además, necesario para él y para el fortalecimiento de su religión. Dado que, así como el ateísmo deviene en tal por causa de un cuestionamiento, la fe se ve robustecida cuando logra eludirlo satisfactoriamente. 


Así que no pienso que un creyente tenga una vida más llevadera por creer en la existencia de un plan diseñado por un ente superior, con frecuencia debe justificarlo  y sobrellevar la duda para no caer en la desorientación o perder la fe. 

Opino que, en cuanto a este tema se refiere, los modos de vida teístas y ateístas tienen ventajas y desventajas. El primero puede adherirse a la idea de que existe una planificación divina para mermar la inquietud que provoca la ausencia de propósito, pero constantemente será acechado por la duda que intentará deshilar su credo. El segundo forcejeará más para elaborar una misión, pero una vez "lista", encarará menos obstáculos que pongan en peligro todo su trabajo. Con esto no digo que el ateo no dude, por supuesto que lo hace, como todos, pero es menos probable que un cuestionamiento socave todo lo que cree. La duda es algo que ambos lados tienen en común, tanto, como la lucha por deshacerse de la orfandad existencial del nacimiento, esa sensación de velero a la deriva que apenas puede ser reducida a una mínima expresión.

17.11.12

QUEMAN A HOMOSEXUAL POR SER HOMOSEXUAL (FOTOS + VIDEO + MORBO + INDIFERENCIA)

Hace unos días quemaron a un homosexual en Aragua. Se bajaron unos sujetos de una moto, le dijeron que en ese barrio no se aceptaban gays, le rociaron gasolina y le lanzaron la cerilla. Un vecino logró apagar las llamas que envolvían su espalda y ahora el muchacho se encuentra hospitalizado. Quizá sea la primera vez que lea sobre este acontecimiento, si realiza una búsqueda en Google verá que muy pocos medios de comunicación lo reseñan. ¿Por qué? ¿Por qué no se difundió a través de medios de comunicación con mayor alcance? ¿Por qué no tuvo la difusión que tuvo la muerte del niño en Portuguesa? ¿Por qué no se oye a la gente reprendiendo fuertemente el crimen u horrorizada con la forma en que se cometió? ¿Es que acaso intentar matar a un homosexual está menos mal que asesinar a un niño? 


No estoy reclamando para el hecho el sensacionalismo, el amarillismo o el morbo que caracterizaron al caso del niño de Portuguesa, pero sí un grado de atención similar, pues, así como el niño no tuvo la culpa de nacer en un entorno tan dañado, el homosexual no tuvo la culpa de ser homosexual, y a ambos se les está violentando el derecho a la vida. A menos que se piense que este es selectivo, que la acción se justifica y que la poca difusión del hecho es en realidad un silencio aprobatorio. 

Independientemente de si la gente se siente cómoda o no con el tema, pienso que el suceso debe ser repudiado por el móvil: se intentó asesinar a alguien por su forma de ser. Este tipo no le debía plata a nadie, ni se había metido con el hermano de uno de los motorizados (razones que aun así no justifican el ataque) simplemente estaba caminando hacia la escuela. Esto es lo que se conoce como crimen de odio, y para algunos medios exponer los que sufre la comunidad LGBTI a la opinión pública es equivalente a promover abiertamente el matrimonio homosexual e incomodar a los lectores. Para finalizar con esto de los crímenes de odio: imagine que van y lo queman porque le gusta comerse las bolsas de té y no puede reprimirlo. Es el mismo asunto.

Como mencioné anteriormente, si uno busca en Google encontrará muy pocos medios que reportaron el acontecimiento. Dos de ellos, uno que identificó arbitrariamente a los criminales como oficialistas  y otro que sólo cumple su función de volver la muerte un espectáculo, copian remiten a la misma fuente, la cual, por cierto, en una sublime demostración de honestidad y crítica social, censura el motivo del ataque y lo hace ver como si un día, unos sujetos se levantaron con ganas de quemar a alguien sin ningún motivo. La omisión intencional es evidente puesto que, si de verdad no hubo móvil para realizar el ataque, habría sido mencionado en la noticia. Periodismo de calidad. Sólo un medio pudo elaborar una nota coherente y acercada a la realidad. 

Creo que una de las cosas que más me molesta del tema es no haber visto el hecho reportado por medios como El Nacional, El Universal, Últimas Noticias o Globovisión (aunque de El Universal no me sorprende porque su código de ética está basado en el Antiguo Testamento) que se vanaglorian de ser paladines de los derechos y el canal de las denuncias del “pueblo”. Además, en cierta forma (sobre todo El Nacional), “exigen” adhesión por la labor realizada. Sin embargo, ocurre esto y el paladín es incapaz de brindarle un poco de apoyo a la comunidad LGBTI, de defender sus derechos más elementales; y los canales de denuncia les quitan el micrófono para dárselo a Rosita.

Es decepcionante  ver cómo las exigencias más primordiales del colectivo (como el respeto a su integridad y el derecho a no ser discriminados), que son bastante básicas a escala global, apenas encuentran una voz de apoyo porque muchos prefieren hacer silencio.
 

9.10.12

Glass Ceiling 7 (Techo de vidrio 7)

En el argot feminista, el término glass ceiling hace referencia a una barrera invisible que impide que las mujeres, por mucha preparación que tengan, puedan escalar posiciones dentro de una empresa y ocupar grandes cargos (que por lo general son asumidos por hombres). La lógica tras este mecanismo va así: la empleada siente que asciende y que es capaz de obtener un puesto importante dentro de la organización porque lo “ve” a través del cristal, sin embargo, no está al tanto de que su progreso tiene un límite, en otras palabras, no está consciente de que existe una barrera. Esto último constituye la principal característica del glass ceiling.

Una vez explicado esto, procedo a hacer una asociación bien descabellada: tras la derrota del 7 de octubre (en la que Chávez legitimó su forma ilegítima de gobernar) siento que la oposición tiene un glass ceiling. Siempre crecemos (“cada vez somos más”), nos consolidamos, nos fortalecemos, ganamos espacios, estamos más preparados y más cerca de la victoria y… por alguna razón aún seguimos debajo de Chávez.

Hasta ahora no he leído ningún análisis sobre la derrota que vaya más allá de “se necesitaron más votos/menos abstención”. Por ello utilizo el término de glass ceiling: poco se sabe sobre por qué esa barrera está ahí y cómo es posible romperla, pero lo cierto es que le imposibilita a la oposición dar el golpe de gracia, alcanzar el más alto cargo. Su presencia muchas veces se vincula con la mentalidad de aquellos que tienen el poder para impulsar a la mujer a posiciones más altas, en este caso: los electores. Ellos, en ocasiones, se dejan llevar por el miedo al cambio, a perder la estabilidad, y por la sensación de que esa empleada no sirve para el puesto de trabajo a pesar de su preparación, para contribuir a que el glass ceiling se mantenga. Asimismo, se valen de especulaciones provenientes de la subjetividad para justificar la posición de la trabajadora y las decisiones que tomen o dejen de tomar.

Estoy consciente de que he dejado varias cosas por fuera y de que al comparar las elecciones con los ascensos en una empresa no pocos elementos engranan con facilidad, pero el propósito de la asociación es describir este escenario de constante crecimiento y robustecimiento de la oposición que incansablemente la sigue ubicando por debajo del chavismo. En mi opinión, el 7 de octubre era el mejor momento: Chávez no había estado tan débil, sus promesas nunca fueron tan vagas y su discurso estaba inundado de ofensas y omisiones a los problemas del país, por otro lado, Capriles se dirigió a quienes se tenía que dirigir, se puso un montón de crucifijos, vistió símbolos patrios y prometió más de lo que podía cumplir para aglutinar a los inconformes, a los parcialmente satisfechos y a los indecisos; y aun así el primero se impuso mientras el segundo chocó con la barrera.

Toda la situación tiene a muchos desmoralizados, desorientados, preguntándose cómo ocurrió, qué faltó, qué estuvo mal. Pues bien, no tengo las respuestas esas preguntas, lo único que sé es que el glass ceiling no es irrompible, algunas lo han fracturado, pero no lo lograron sentándose en sus oficinas y estando conformes con sus puestos de trabajo. En otras palabras, la impasibilidad no es la vía.